capítulo 38

Andrew,  el hombre contratado por el señor Herrera para acabar con los Hazin, se presentó en casa de Anne para buscar trabajo.
Esta y su esposo, advertidos por Albert, al cual siempre estarían agradecidos, le dijeron que lo sentían pero que no deseaban contratar a nadie más.
Él los miró incapaz de creer aquello. Imaginaba que el joven Albert los habría prevenido, pero pensaba que no dudarían a la hora de contratar.
En el camino de regreso al hotel en el que se alojaba se le ocurrió un plan B. Su idea era terrible, ellos, Ahmed, London y el bebé iban a morir quemados, y más adelante daría muerte a Aisha y a su prometido, a los cuales haría ver como acababa con su familia dado que ella seguía en casa de su hermano y él alojado en un hotel.
Se quedaría esperando un día a que Anne y Abdel salieran para obligarles a ir con él apuntándoles con una pistola. Una vez hubieran subido a su coche, iría a por London, Ahmed, el pequeño y también tomaría a la hermana del magnate dado que deseaba que viera todo. Para terminar, iría a buscar a Muhammad Nasiff.
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Ajenos a las maquinaciones de aquel demonio, Anne y Abdel veían fotos de la familia paterna de Anne, de su progenitor y de los padres y abuelos de su padre. Esta le hablaba de ellos con orgullo, siempre les mencionaba así dado que para ella todos eran un ejemplo a seguir. Ella de vez en cuando se llevaba la mano al vientre para sentir a su bebé, lo cierto era que ardía en deseos de tenerlo entre sus brazos. La espera se le estaba antojando eterna e insoportable. Nunca había tenido paciencia, y para el embarazo estaba teniendo menos, pero se conformaba con sentir como crecía día tras día en el interior de su vientre.
Abdel de repente sintió el deseo incontrolable de besarla y Anne correspondió el beso encantada.
- Te amo. -le susurró él al oído.- Aquel día, en el que casi te pierdo, fue el peor de toda mi vida. Mi vida no sería tan bonita si te hubieras bebido aquel bote de lejía.
- Calla. -contestó ella riendo.- No hables de momentos tristes.
- Tienes razón... Los malos momentos mejor dejarlos atrás. -respondió Abdel. -¿Qué me dices a dar un paseo? -propuso mirando por una de las ventanas del salón principal de la mansión.
- De acuerdo. -acepta.
Anne se retira a su habitación y regresa arreglada. Abdel ya está listo y la recibe con un beso en los labios.
Cuando salen, un hombre les apunta con una pistola. Le dan sus carteras, pero no es dinero lo que busca, es a ellos. Les obliga a subir a su coche.
Lo hacen asustados. ¿Por qué hará eso?
No tardan es asociar aquello al señor Herrera. Como no, ese hombre tenía que tener un plan B. Se miran esperando poder salir vivos de aquello.