miércoles, 9 de julio de 2014

capítulo 43

Por alguna extraña razón, Anne sentía que aquel hombre no era tan malo como decía. Podía ver algo en su mirada: Su instinto le gritaba que lo hacía para que su familia no tuviera que sufrir la pobreza, aunque no podía estar segura de que aquello fuera cierto.
Era joven, estaba segura de que el señor Herrera lo separó de su familia de pequeño con la promesa de que, si hacía todo lo que le pidiera, a su familia no le faltaría nada.
Aunque también cabía la posibilidad de que fuera un auténtico asesino, un monstruo, como él se definía. Aquella posibilidad la hizo estremecer. En caso de ser así, tendría difícil volver a ver a su esposo, porque era hábil y sabía escapar cuando le iban a atrapar, al parecer. No, debía aferrarse a la primera opción, esperando que fuera así.
- Debo reconocer que la peor de vosotras es London. -dijo Andrew una vez llegaron a la mansión.- No se somete y he tenido que latiguearla. Le he dejado la espalda marcada, no me ha dejado otra. Le dije que lo haría si insistía en complicar las cosas, pero hizo como si nada... Y tuve que castigarla. -rió fuerte.- Vosotras no parecéis tan aguerridas. Aunque... -fijó sus ojos en Anne.- De ti no me fío. La sangre guerrera corre por tus venas, sé que antepasados tuyos eran del IRA... Tal vez me declares la guerra por dominarte. Si como dices has heredado el espíritu de lucha, lo harás... Pero no lograrás mas que morir asesinada. -rió.- Tal vez quieras acabar conmigo como tus bisabuelos con los ingleses, pero te aconsejo que no lo intentes. Y tampoco busques apoyos, como tus antepasados buscaron, la enemistad de Alemania con Inglaterra la vieron como oportunidad sin duda, de hecho Albert dijo que se unieron a fin de lograr acabar con el dominio británico en el norte de su país. -esbozó una cálida sonrisa.- Sé lista y no te subleves contra mi. Pareces sensata... No me decepciones.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? -la mirada de Anne se endureció un poco, pasando de mostrar compasión a mostrar algo de rabia.
- Claro. Hazla. -contestó divertido. Anne Hazin tenía algo que la hacía especial, tal vez intercediera por ella para que la perdonara el señor Herrera.
- Es algo personal. -admitió.- ¿Cómo conociste a tu jefe?
- ¿Al señor Herrera? En mi barrio. Yo era pobre y él me prometió que tendría todo lo que quisiera. -respondió Andrew.- Él asesinó a mis padres para evitar que... Que me fuera con ellos. -dijo esto con algo de resentimiento
- Entiendo. -suspiró aliviada, la historia era como quería.- Mira, te propongo algo: Ven conmigo. Trabajarás para mi y para mi esposo, velarás por nuestra seguridad. Así te librarás del Don.
- No, Anne. -se negó sin dejar de hablarle con dulzura.- No quiero separarme de ese hombre... Yo ya soy un asesino... No puedo cambiar ya.
Anne Hazin se quedó mirándolo enternecida. Trató de imaginar su infancia, y a su mente acudió la imagen de un niño dulce y tierno al que todos querían a su lado, pero este no era feliz porque su familia era pobre y sufría. Un día conoce a un hombre poderoso que lo seduce con promesas, y él le sigue. Y luego crímenes hasta llegar al punto en el que están, él frente a su mansión mirándola con cariño, cosa rara teniendo en cuenta sus intenciones, y ellas mirándole aterradas.
- Parece que te interesan mis antepasados... Yo admiro a mis bisabuelos porque luchaban por lo que querían, haz tú lo mismo y sé libre y feliz. -le dijo acercándose un poco a él. Empezaba a verlo como a un hermano, pues nunca había tenido y le hubiera gustado.
Tal vez él... ¡Claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Podía ser su hermano adoptivo, Andrew Aguilar. No dudaba de que aceptaría, después de todo no debía de gustarle ser el sicario del asesino de sus padres.
Pero aquel hombre se negó, eso sí, le dijo que mediaría por ella.
- O las tres o ninguna. -le espetó Anne.
- De acuerdo. -consintió, él también sentía a Anne como la hermana que nunca tuvo. -Mediaré por las tres.
Anne no pudo evitar dar saltos de alegría. Él quiso abrazarla, pero ella le pidió que no lo hiciera y se contuvo. Aquella joven había sacado a la luz su lado humano sin pretenderlo.
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Cuando Anne informó a Abdel de su conversación con Andrew, le pidió que fuera cauta, pues tal vez todo fuera una trampa.
Ella le prometió que serían cautas y colgó, estaba desbordante de alegría. Había logrado enternecer al sicario... ¡Lo había conseguido! Ella y su pico de oro... Nunca fallaba. Esperaba que no fuera una trampa, ya se veía libre del tormento al que les quería someter.

2 comentarios:

  1. En la infancia es cuando se empieza a gestar la personalidad de una persona,crea un monstruo desde niño y tendrás un monstruo. Al ser el Don lo único que tuvo Andrew es normal que lo viese así ,pero me alegra de que saliese su lado humano

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    1. me alegro de que te haya gustado, lo puse muy emotivo.

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